Con 41 votos favorables y 4 en contra el Plenario declaró hoy Benemérita de las Artes Patrias a María Isabel » Chavela» Vargas.
Diputados de la Comisión de Honores habían dictaminado afirmativo seis expedientes, para declarar Beneméritos de la Patria a insignes costarricenses entre ellos a la cantante Isabel Vargas Lizano, más conocida como Chavela Vargas, (San Joaquín de Flores, Costa Rica, 1919 – Cuernavaca, México, 2012), finalmente hoy se concretó el benemeritazgo.
Chavela adoptó a México como su Patria desde adolescente. En ese país siempre reprochó haber nacido en Costa Rica, una país, donde ella nunca hubiera tenido cabida por su estructura patriarcal y discriminación algunos grupos como lesbianas y homosexuales.
Su manera de interpretar canciones rancheras con un estilo proio y de retar al público desde el escenario le valieron la admiración de sus seguidores.
Temas como Macorina, La llorona, La china y Volver, volver figuraron entre las más apreciadas interpretaciones de su amplio repertorio.
En Costa Rica, Chavela tuvo una infancia muy difícil marcada por la enfermedad, los conflictos familiares y las carencias afectivas, por eso Chavela Vargas se trasladó a los diecisiete años a México hacer su vida, país que la acogió.
Aquí desempeño varios oficios para sobrevivir a los treinta inició su actividad como cantante profesional. En 1961 editó su primer álbum, Noche de bohemia, bajo la dirección de José Alfredo Jiménez. A este trabajo seguiría una larga lista de discos, hasta completar los más de ochenta que grabó en su fecunda carrera musical. En México conoció a los mejores compositores del momento, entre ellos Agustín Lara, Roberto Cantoral y Chucho Monge, y convivió íntimamente con la pintora Frida Kahlo, esposa del muralista Diego Rivera.
Rebelde y bohemia, con su voz áspera dramatizó las rancheras, género tradicionalmente cantado por hombres. Nadie como ella supo imprimir tan lacerante pasión a las letras de rancheras y boleros, potenciando con el desgarro de su voz la expresión del despecho, los celos o la angustia.
Su interpretación de Macorina, una canción de rebeldía del siglo XVII, le permitía jugar a seducir a las mujeres de la audiencia con atuendo masculino, fumando cigarros y bebiendo tequila. Precisamente con este tema, de cuyos arreglos se ocupó la misma cantante, alcanzó sus primeros éxitos a finales de la década de 1950 en Cuba, donde había comenzado su trayectoria profesional.
Los excesos con el alcohol, sus amoríos lésbicos, sus amistades intensas con artistas e intelectuales de Hollywood, sus dotes de chamana, su retiro de los grandes escenarios a finales de los 70 y su regreso triunfal al cine, de la mano del realizador español Pedro Almodóvar, hicieron de ella una leyenda en vida.
Con más de 60 años, y superada finalmente su adicción al alcohol, la cantante vivió en efecto una segunda edad dorada desde los 90 hasta fallecimiento: volvió a editar numerosos discos, entre ellos Volver, Volver (1993), Macorina (1994) y Somos (1996), y recorrió los principales escenarios del mundo. En 2002 desveló numerosos aspectos de su agitada vida en la autobiografía Y si quieren saber de mi pasado.
Por Biografías y Vidas.