En el viaje que hizo Monseñor Bernardo Augusto Thiel a Granada, a finales del siglo XIX, en su afán por lograr parar la venta de esclavos Maleku de Guatuso, por los huleros que los tranzaban en Nicaragua por 50 pesos, el obispo narra los resultados de ese viaje al hermano país.
“… En Granada Monseñor se hospedó señor don Pedro Joaquín Chamorro, expresidente de Nicaragua; narra los escritos de Thiel que aquí fueron presentados tres indios guatusos de 12 a 15 años y Su Señoría les dirigió algunas palabras en su lengua natal; preguntó en seguida cómo había conseguido estos indios, y le fue contestado que por el valor de 50 pesos cada uno habían sido comprados a los huleros.
-Fue grande la impresión que causó esta respuesta a Su Señoría, quien cambió por un instante de semblante. Como uno de los indios estaba herido, preguntó uno de la comitiva de Su Señoría de qué tenía heridas y dijo el indio: que los huleros le habían quemado con mechones de hule las pantorrillas, para evitar que se huyera a la montaña.
-Se informó Su Señoría del número de indios que había en Granada y le fue dicho que de unos 50 a 60; y que había otros en Rivas, en San Juan del Norte, en Managua, en León, y en otras ciudades de la República; que por todos podía haber de 200 a 250; pero que los huleros habían sacado muchísimos más; que los indios eran tan delicados, que más de la mitad había muerto, que para conseguir a los indios, algunas personas los compran directamente a los huleros por 50, 60 y más pesos; que otras personas dan una gratificación al hulero en recompensa de su trabajo”,
Esta información sobre el viaje de Thiel a Guatuso y luego a Nicaragua es parte de la “Transcripción de originales del Archivo Eclesiástico de la Curia Metropolitana”, realizado por Ana Isabel Herrera Sotillo, cuyas presentación y notas fueron escritas por Presbítero e historiador Miguel Picado G.
Esta es la quinta publicación de siete capítulos sobre los viajes del obispo a Guatuso, con el fin de evangelizar a la población.
A finales del siglo XIX los indígenas guatusos habían sido masacrados y vendidos como esclavos por los buscadores de hule provenientes de Nicaragua.
Cabe mencionar que la historia de los indígenas Maleku está escrita con sangre y lágrimas por el sometimiento cruel que sufrieron, después de la entrada de los huleros nicaragüenses a las llanuras del norte de nuestro país a finales del siglo XIX.
“…En vista de estas atrocidades cometidas con los indígenas Maleku, Su Señoría resolvió hacer una nueva visita al Presidente de Nicaragua, con el fin de hacerle algunas súplicas para cortar de una vez este infame comercio de carne humana. A las cinco de la tarde vino el señor Obispo de Nicaragua a visitar a nuestro Prelado y ambos Prelados convinieron en visitar esta misma noche al Presidente de Nicaragua, con el fin de suplicarle borrase para siempre esta mancha que queda sobre Nicaragua.
En la casa de Presidente
-A las siete de la noche se trasladaron a casa del Presidente. Nuestro Prelado habló en favor de los indios y contó la esclavitud vigente. El Presidente le contestó: que efectivamente existía este tráfico pero que la ley le condena, en el 1º artículo de la Constitución de Nicaragua y a esto le replicó el Prelado costarricense, que nada se hace con leyes que no se ejecutan y que según su opinión, debían castigarse con igual rigor tanto a los que venden o regalan a los indios, como a aquellos que los compran.
Suplicó en seguida al Presidente que diera orden al comandante de San Carlos para que le fuesen entregados algunos, y el Presidente dijo que con mucho gusto daría órdenes privadas al comandante de entregar a Su Señoría una docena de estos indios, y de disponer para su rescate hasta de los fondos públicos.
-Su Señoría dijo que con cuatro indios tenía suficiente; que su fin era ponerlos en un colegio y servirse de estos mismos para la catequización de los otros. El Obispo de Costa Rica comunicó en seguida al Presidente, que él denunciaría el hecho de la esclavitud de tantos infelices a todo el mundo civilizado y que estaba resuelto a dirigir, en persona, a su Gobierno una acusación contra los huleros. El Presidente dijo que en realidad era lamentable el hecho y que debían tomarse medidas enérgicas para cortar el mal y así acabó un segunda reunión de Thiel con el Presidente de Nicaragua».
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